El paso de los siglos ha conllevado el progresivo desarrollo de la raza humana y el crecimiento de muchas urbes, así como de su economía y demografía. Sin embargo, las comarcas interiores de muchas provincias, como Els Ports en Castelló, contienen en sus parajes naturales restos de antiguos pueblos que fueron núcleos de vida, de amor, alegrías y tristezas. Sin embargo, estos restos forman parte de una memoria colectiva que mantiene vivo el legado de cuantas generaciones vivieron en pueblos abandonados, pero que jamás se perderán, pues nunca serán olvidados. Es el caso de antiguos poblados como Salvassòria, un pequeño caserío cerca de Morella que se desintegró a finales del siglo XIX.
Salvassòria contiene todavía hoy en pie, aunque en estado ruinoso, la ermita dedicada a Santa Llúcia. Su construcción se remonta al siglo XIII, y fue parroquia hasta 1773, cuando la cercana aldea de la Llàcua construyó su iglesia y pasó a depender de ella, momento en que la vida de esta aldea empezó a marchitarse. De la ermita quedan tan solo en pie los sólidos contrafuertes y los preciosos arcos apuntados que soportaban el techo, en una imagen que despierta la imaginación de la magnitud y belleza que podía atesorar la construcción. De la ermita también han sobrevivido la portada románica y la espadaña, que contenía la Campaneta de les Ànimes y que fue exhibida, tras su fundición en el siglo XV, en la Exposición Universal de Sevilla de 1992. La Guerra Civil también tuvo graves consecuencias en Salvassòria, aunque nadie la habitase ya, pues desaparecieron unas tablas del 1448 que formaban parte de un retablo dedicado a Sant Jordi.
Salvassòria (www.ermitascomunidadvalenciana.com)
Muy cerca de este antiguo poblado, a escasos 5 km, se encuentra La Llàcua, un poblado que no presenta el estado ruinoso que Salvassòria e incluso se han restaurado algunas casas por los descendientes de las familias. La iglesia dedicada a la Inmaculada Concepción se construyó en 1773, sobre una ermita anterior, y todavía puede visitarse. La aldea, por tanto, se ha convertido en un lugar donde más que residir se descansa temporalmente, en un enclave natural cerca de la Vallivana. Los dos poblados citados forman parte de la ruta de peregrinaje de los romeros de Catí a Sant Pere de Castellfort, una efeméride señalada en el calendario por la alta carga de simbología que contiene cruzar por pueblos que perduran en la memoria.
Uno de estos ejemplos también es Sant Marc de les Alberedes, en el término municipal de Portell de Morella. El sábado más cercano al 25 de abril de cada año se hace una peregrinación desde Portell para honrar al santo, en un pueblo que estuvo habitado hasta finales del siglo pasado. Su ermita se remonta a los siglos XIII y XIV, y presenta preciosos arcos góticos en su interior. Además, durante la Guerra Civil también fue robado otro retablo, pieza artística de valor incalculable por el legado patrimonial que atesoraba. Así, esta aldea está formada por multitud de construcciones que forman un conjunto pintoresco, con variedad de estados entre reconstrucciones y algunas ruinas, y en medio de un paraje natural muy cercano al río de la Cuba, que separa Aragón de la Comunidad Valenciana.
Alberedes.
Otro caso que merece tratamiento es el de la aldea de Saranyana, en el término municipal de la Todolella, localidad que absorbió en su momento la aldea al mermar sus recursos económicos. Saranyana era un importante pueblo desde el siglo XIII, donde se construyó una importante iglesia que se convirtió en una de las más antiguas de la comarca y representaba el paso del estilo románico al gótico. En el siglo XIX tuvo categoría de pedanía con cierta prosperidad a partir del pastoreo de ovejas y cultivo de cereales como el trigo o la cebada. Sin embargo, a mediados del siglo pasado la despoblación se acentuó y solo quedó en el pueblo una pareja, que custodiaban la aldea. Hoy en día, en Saranyana se están restaurando casas y poco a poco se van recuperando las construcciones del núcleo. Un pequeño homenaje a la memoria de cuantos hombres y mujeres vivieron y trabajaron en el pueblo. Saranyana y los otros tres pueblos abandonados son una vista atrás de más de medio milenio si caminas a través de sus casas. Sin embargo, estos pueblos no mueren si se les recuerda y se les visita, pues son el firme testimonio del legado humano que nos precedió.
Saranyana.
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